Lleva tus pensamientos a la Cruz
Ser conscientes e intencionales en hacia dónde van nuestros pensamientos
Cada día enfrentamos una variedad de emociones y circunstancias: pena, dolor, pecado, alegría, entre otras. Es crucial ser conscientes e intencionales en hacia dónde permitimos que nuestros pensamientos vayan, redirigiéndolos constantemente hacia la cruz.
La Biblia nos exhorta a llevar cautivos nuestros pensamientos:
“Llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.” (2 Corintios 10:5)
Nuestros pensamientos no siempre van automáticamente hacia lo bueno y lo puro. De hecho, es un acto deliberado y consciente redirigirlos, especialmente en medio de las adversidades.
Es fácil caer en la trampa del pesimismo, donde nuestros pensamientos van hacia lugares oscuros y negativos. Sin embargo, permitir que nuestros pensamientos se estanquen en la negatividad puede ser perjudicial para nuestra salud mental y emocional.
Salud Mental y Espiritual
El continuo enfoque en pensamientos pesimistas puede afectar nuestra salud en general, llevándonos a la ansiedad, la depresión y la desesperanza.
La ciencia respalda que los pensamientos positivos y un enfoque en la gratitud pueden mejorar nuestro bienestar.
Pero, ¿cómo logramos eso? La respuesta está en la práctica intencional y constante de llevar nuestros pensamientos a la cruz, donde encontramos esperanza, redención y amor incondicional.
Que tu enfoque siempre sea Cristo
Jesús mismo enseñó sobre la importancia de un enfoque correcto:
“La lámpara del cuerpo es el ojo. Así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” (Mateo 6:22-23)
Nuestro “ojo” interno, que representa nuestros pensamientos y enfoque, determina si estaremos llenos de luz o de oscuridad.
Llevar nuestros pensamientos cautivos a la cruz nos asegura que permanecemos en la luz de Cristo, aun en medio de la oscuridad del mundo.
En un momento de mi vida, cuando la mayor de mis hijas tenía apenas 6 años, se perdió saliendo de la escuela. Mis pensamientos corrieron como caballo desbocado hacia todo lo negativo que representaba el hecho de desconocer su paradero en esa noche oscura.
No obstante, mi fe me recordó que Dios estaba conmigo en ese angustiante momento, y luego de una corta búsqueda, que para mí representó una eternidad, pudimos hallarla. Siguiendo lo que había aprendido, llevé cautivos mis pensamientos de temor delante de Dios y Él nos dio la alegría de hallarla sana y salva.
En Conclusión:
No permitamos que nuestros pensamientos nos dominen y nos arrastren a lugares oscuros.
Seamos intencionales y conscientes, redirigiendo nuestros pensamientos hacia la cruz y experimentando la plenitud y la luz que solo Cristo puede ofrecer.
Recuerda que cada pensamiento cautivo a Cristo nos fortalece y nos llena de su paz y esperanza.
