Cuarta parte de la serie: “Es posible sanar un corazón en ruinas”
¿Con quién cuentas para lograrlo?
En el capítulo anterior hablamos acerca de la importancia de hacer una evaluación objetiva de las condiciones en que se encuentra nuestro corazón, sin subestimar ni sobredimensionar sus heridas.
Nada puede resolverse, sanarse o restaurarse si primero no se admite la existencia y la gravedad del daño.
Hemos estado siguiéndole la pista a Nehemías, un hombre de gran determinación que estuvo dispuesto a emprender la titánica tarea de reparar los muros y las puertas en ruinas de su amada Jerusalén.
Hoy aprenderemos de su ejemplo, el poder y la importancia de la “buena asociación”.
Creo que la mayoría de ustedes ha escuchado el popular refrán que cita: “Dime con quién andas y te diré quien eres”.
Y es posible que en este punto haya quienes digan que cada quien es como decide ser sin importar el entorno que lo rodea o las personas que frecuenta, pero permítame exponer la perspectiva de algunos estudiosos del comportamiento humano.
Jim Rohn un afamado orador y empresario estadounidense acuñó una frase relacionada con esta conducta afirmando: “Eres el promedio de las cinco personas que te rodean” aludiendo a que adoptamos ciertos hábitos de las cinco personas con las que más interactuamos.
La influencia que tienen estas cinco personas en nuestra vida es sutil pero paulatina, afirma el autor de varios libros que han ayudado a otros a descubrir su potencial y limitaciones a la hora de alcanzar el éxito.
De acuerdo a su teoría, podemos comparar nuestro comportamiento, gestos, expresiones y reacciones con las de las cinco personas con las que más nos relacionamos para comprobar que, su influencia en nuestra vida es mayor de lo que pensábamos.
La pregunta automática que surge es: ¿Esa sutil influencia nos está haciendo mejores personas? ¿Estamos avanzando o retrocediendo?
Confucio escribió: “Si eres la persona más inteligente en una habitación, entonces estás en la habitación equivocada”. Refiriéndose a que nadie que desee avanzar en la vida se rodea únicamente de personas que se encuentran en una etapa inferior de aprendizaje que el suyo.
La razón es sencilla de entender con este ejemplo: Si un jugador profesional de tenis juega por mucho tiempo únicamente con un aprendiz, el jugador profesional se irá haciendo menos diestro por la poca exigencia de su rival, pero el aprendiz irá avanzando hasta que ambos estén casi al mismo nivel.
¡Entonces nos valdría mucho ser el aprendiz y no el jugador profesional!
Rodearse de las personas que nos retan a más, que tienen más experiencia que nosotros, que son fieles y firmes a su compromiso, va a permitirnos ser tranquilizados con un apoyo eficaz.
Y saber con quién contar en momentos cruciales de la vida hará la diferencia total en el resultado. No podemos llevar con un veterinario a una persona herida en un accidente automovilístico, porque el resultado no va a ser el deseado.
De igual modo, es imposible llevar a cabo la tarea de restauración de nuestro corazón en ruinas asociados inadecuadamente.
Si ponemos atención a lo que nos enseña la Escritura, descubriremos que las más grandes victorias se consiguieron de manera grupal, asociados con los que tenían un mismo propósito y pensamiento.
Nehemías se reunió con otros que tuvieran en su corazón el mismo deseo de reparar que había en él. Jesús tuvo once discípulos a su lado que estaban dispuestos a caminar con Él por el desierto, el mar y en medio de las tormentas.
Esa clase de asociaciones son las que debemos buscar como soporte porque vendrán tiempos de desánimo, de desafío y de temor que requieren enfrentarse acompañados.
Por lo que, obviamente, necesitaremos el apoyo sin igual del Único que tiene el conocimiento, la sabiduría, el poder y el amor suficientes para ayudarnos a hacerlo sin rendirse, sin abandonar el barco aún en los momentos en que las tempestades arrecien y el mar agitado amenace con hacernos perder el rumbo.
Sí, necesitamos contar con la ayuda de Dios, con la intervención oportuna e idónea del Espíritu Santo.
Nehemías lo tenía claro y por eso en el verso 20 del capítulo 2 declaró con total confianza: —El Dios del cielo nos ayudará a tener éxito.
Dios es la principal garantía del éxito en todo lo que esté relacionado con nuestro crecimiento, porque, precisamente es el primero que desea vernos convertidos en la mejor versión de nosotros mismos.
Pedro escribió en su primera carta, capítulo 5 verso 10: Y Dios, fuente de todo bien, que los ha llamado a ustedes a compartir con Cristo su gloria eterna, después de estos breves padecimientos, los restablecerá, los confirmará, los fortalecerá y los colocará sobre una base inconmovible.
¡Dios está interesado en nuestra sanidad, bienestar y crecimiento, mucho más de lo que podríamos estarlo usted o yo!
¿Con quién cuenta para esta vital misión? ¿Cuenta con su familia? ¿Cuenta con algún amigo o amiga? ¿Cuenta con un experto? Y primordialmente pregúntese ¿Quiere contar con Dios?
Contar con Dios es permitirle que sea Él quien dirija su embarcación a puerto seguro, aún cuando el panorama esté oscuro y usted no logre ver hacia dónde va.
Nehemías puso de manifiesto, con total honestidad, la situación por resolver delante de sus compatriotas quienes expresaron su deseo de unirse a la tarea de reparación.
En el verso 18 Nehemías relata: Entonces les hablé del deseo que Dios había puesto en mi corazón y de la conversación que había tenido con el rey, para presentarle mi plan, el cual él había aceptado. Ellos respondieron inmediatamente:
―¡Muy bien! ¡Pongámonos a reconstruir la muralla! Y comenzaron a trabajar.
Hasta aquí todo parecía ir, como dice la vieja canción: “Viento en popa y a toda vela” No obstante, con el inicio de la tarea, empezaron a levantarse los burladores, intentando sembrar el desánimo y el temor suficientes para impedirla.
Y en el siguiente verso escribió Nehemías: Pero cuando Sanbalat el horonita, Tobías el empleado amonita y Gesem el árabe se enteraron de esto, se burlaron de nosotros, nos pusieron en ridículo y dijeron:
—¿Qué es lo que ustedes están haciendo? ¿Es que piensan rebelarse contra el rey?
Estos tres hombres que se levantan para ir en contra de la reparación de los muros son personas ajenas al pueblo de Nehemías que vienen exclusivamente a entorpecer el proceso.
Sanbalat era un pagano, que había sido designado gobernador para Samaria por el mismo rey para el que Nehemías trabajaba.
Tobías era un funcionario amonita, descendiente de un pueblo que surgió del incesto de una de sus hijas y Lot. Gesem era un príncipe de Qedar, en Arabia.
Todos eran ajenos al dolor que sentía el pueblo de Israel por la condición en la que se encontraba y todos enemigos acérrimos de su restauración.
El tono de burla que usan viene cargado de una fuerte dosis de amenaza que resulta preocupante debido a la posición social que ocupan y a su influencia, sin embargo Nehemias se sintió seguro de continuar porque Dios estaba de su parte.
Van a aparecer burladores también en nuestras vidas y puede que sean personas que tienen influencia en nosotros y suficiente cercanía como para notar nuestros cambios por pequeños que parezcan y su única intención sea la de desanimarnos.
Desafortunadamente, algunas personas, incluso de nuestro círculo más cercano, se sienten más cómodas con nuestros fracasos que con nuestros éxitos.
Es inevitable que haya oposición natural porque nace de la directa oposición espiritual como lo anunció Pablo en su carta a los Efesios capítulo 6 a partir del verso 10 diciendo: “Finalmente, dejen que el gran poder de Cristo les dé las fuerzas necesarias.
Protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del diablo. Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus malvados que actúan en el cielo.
Ellos imponen su autoridad y su poder en el mundo actual. Por lo tanto, ¡protéjanse con la armadura completa! Así, cuando llegue el día malo, podrán resistir los ataques del enemigo y se mantendrán firmes hasta el fin.”
¡Tendremos oposición del mal siempre que busquemos estar del lado del bien!
Pero también tenemos la garantía de parte de Dios, que con su Santo Espíritu, seremos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó y nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.