Encontrando descanso
Un alma descansada permite que disfrutemos la vida a plenitud

Encontrando descanso

¿Quién no ha sentido la imperiosa necesidad de hallar descanso? 

Y cuando hablo acerca de ello, hago referencia más que al simple hecho de tender toda nuestra humanidad sobre nuestra cama para recobrar las fuerzas.

Me refiero al descanso para un alma agotada que no halla ese espacio de seguridad y calma en el que todo lo que la acongoja pueda ser soltado para sentir alivio y reposo.

El cansancio que experimenta nuestro cuerpo puede ser, en buena medida, un reflejo de lo que estamos viviendo internamente.  

Somos seres creados para vivir en armonía, en amor, en compañía, perteneciendo a otros, vinculados a lo eterno, pero cuando cualquiera de esas condiciones no está presente en nuestras vidas, empezamos a experimentar un agotamiento que se hace progresivo.

Pelear, estar enojados, guardar rencor y buscar venganza de cualquier tipo nos roba los pensamientos, el tiempo y por consiguiente, la energía.

Estar aislados de los demás por temor, por prevención, por molestia o por abandono hace que nuestros días pierdan el brillo y nuestra capacidad de apreciar lo bonito de la vida sea disminuido.

Pero permanecer lejos de nuestro Creador nos deja  como barco sin timón en un mar agitado.

¿Qué hacer entonces para hallar descanso?

Lo primero que necesitamos identificar es, cuál es la condición que nos está debilitando. Valdría mucho el preguntarnos:

  •  ¿Estamos enojados con alguien o incluso, con nosotros mismos?  
  • ¿Tenemos claro lo que es el amor? ¿Estamos ofreciendo amor en nuestros actos y palabras?
  • ¿Somos buena compañía?
  • ¿Cuidamos nuestra relación de pareja y familia?
  • ¿Cuál es nuestro nivel de relacionamiento con Dios?

¿Y para qué nos preguntamos todo eso?  

Para encontrar las respuestas que nos den las soluciones que necesitamos para hallar descanso.

Una conciencia que ha resuelto las diferencias con los demás, entendiendo y respetando su individualidad es un excelente relajante antes de dormir.

Un corazón libre de resentimientos, que vive consciente de que amar es una decisión que depende de quien entrega el amor, no sufre por las expectativas que los otros no cumplen, sino está dispuesto a mostrar su bondad en todo lo que piensa y hace.

Un oído dispuesto a escuchar, una boca que habla lo que edifica, que entrega buenas palabras, buenos consejos, mensajes de aliento; unos brazos dispuestos a consolar, son una compañía que todos queremos cerca.

Un compañero de vida que está dispuesto a elegirnos día a día, a tomarnos de la mano para caminar los senderos de flores y los de espinas, es alguien que vale oro.

Y un seguidor que está dispuesto a reconocer sus debilidades para presentarlas delante de su Dios, que entiende la grandeza del amor de su Padre Celestial.

Es alguien que comprende la presencia latente de su Señor en todo momento de su vida y no tiene angustia por ninguna necesidad porque sabe que con Dios lo tiene todo.

Podemos tener paz, es factible hallar el descanso que tanto hemos anhelado, podemos alcanzarla poniendo en marcha los ajustes necesarios para que nuestra alma sea liberada del peso que le ha impuesto el cansancio.

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