Hoy que el calendario de mi vida anuncia que he sumado una vuelta más al sol, me siento más consciente de lo pasajera que es la vida.
Mi memoria del pasado se hizo mucho más selectiva y el afán por el futuro ha cedido el paso a los interrogantes que urge responder:
¿Cómo quiero vivir los años que me quedan? —Aunque sea una especulación nada más, porque nadie tiene la certeza de cuántos son—.
¿Cómo me gustaría que me recuerden cuando ya no esté? ¿Qué es lo que verdaderamente merece mi atención y mi tiempo? ¿Qué es lo que no puedo postergar más?
Esta nueva vuelta al sol que inicia quisiera darla estando presente en cada momento de mi vida.
Quiero abrazar lo bonito de cada día y aprovechar todo lo que Dios me ha entregado.
Quiero tener el pensamiento agradecido por las bendiciones, las manos llenas de buenas acciones y el corazón livianito de pesares.
He entendido que los errores del pasado fueron oportunidades para todos.
Cometí los propios de mi ignorancia, de mi egoísmo, de mi debilidad y de mi inmadurez, así como las personas a mi alrededor cometieron los suyos y comprendo que todos tenemos posibilidades infinitas de cambio.
Descubrí que mis acciones erradas son producto de mis temores más arraigados y que mi diálogo interior necesita ser más amable, más compasivo y que mis expectativas acerca de mí misma pueden mejorar.
Esta vida es mi única oportunidad de mostrar mi genialidad y el tiempo apremia para lograrlo.
Puedo ser mi mejor versión si me determino a hacerlo. Tengo de mi parte a Dios, el amor de mi familia y la experiencia recolectada estos años.
Esta nueva vuelta al sol me acerca más al encuentro con mi Padre y debo ocuparme con diligencia en todo lo que Él me ha encargado para presentarme con la cara en alto por haber cumplido mi tarea a satisfacción.
Bien sea como mujer, esposa, madre, hija, hermana y amiga, quiero que valga el esfuerzo poder contar otra vuelta más al sol.
